Compré el Rolls Royce más barato para cambiar el motor a Cummins

Westen Champlin

Este vídeo ha sido tendencia en Canadá, Estados Unidos y Papúa Nueva Guinea

El vídeo relata, paso a paso, cómo el creador del canal adquiere el que, según él, es el Rolls-Royce más barato del mercado con la intención de convertirlo a diésel mediante un motor Cummins. Comienza mostrando la subasta en línea donde detecta un Silver Shadow (o Silver Spur, según el lote), una unidad cuyo V8 original está averiado y presenta múltiples fallos eléctricos. Gracias a ese estado y a su elevado kilometraje, el precio final resulta sorprendentemente bajo para un vehículo de la firma británica, lo que sienta las bases de un proyecto de bajo presupuesto, pero de alto impacto mediático. A continuación se documenta el traslado del coche al taller, evidenciando la presencia de óxido en los bajos, la suspensión neumática inoperativa y una electrónica obsoleta que dificulta incluso abrir el maletero.

Ya en el taller, el youtuber expone la filosofía del proyecto: conservar la estética y el lujo interior característicos de la marca mientras sustituye el costoso y poco fiable motor original por un Cummins de 5,9 L y 12 válvulas procedente de una Dodge Ram de los noventa. La comparación de dimensiones revela que el seis en línea es más largo y alto que el V8 británico, obligando a medir con precisión la distancia entre torretas y la posición de la traviesa delantera. Se retira el propulsor original con grúa, destacando la complejidad de los anclajes y el uso de herramientas específicas para desconectar la hidráulica de frenos y la dirección asistida.

El creador detalla la lista de piezas necesarias para la fase inicial: soportes de motor y caja a medida, radiador de aluminio de gran caudal, kit de embrague compatible con la campana original del Cummins y una centralita independiente (stand-alone) para simplificar el cableado. También baraja usar una caja manual NV4500 para ganar fiabilidad y control sobre la entrega de par, además de facilitar la fabricación del árbol de transmisión. Tras evaluar el sistema de frenos hidráulicos de doble circuito típico de Rolls-Royce, concluye que hará falta instalar una bomba de vacío y un servofreno convencional para garantizar la compatibilidad con el nuevo bloque diésel.

En la parte final, el vídeo muestra el primer “mock-up” del Cummins en el vano: se recorta parcialmente la traviesa, se presentan los tacos de goma y se comprueba que el capó cierra sin tocar la tapa de balancines. El autor celebra este hito porque confirma la viabilidad del swap, aunque advierte de los retos pendientes: modificar la salida del escape para evitar roces con el chasis, rediseñar la línea de combustible y mantener operativo el aire acondicionado original. Finalmente invita a la audiencia a seguir la serie, prometiendo actualizaciones sobre el cableado, la puesta a punto de la bomba de inyección y la primera prueba de arranque. El entusiasmo por combinar la opulencia de un Rolls-Royce con la robustez de un Cummins diésel se erige como el motor narrativo del proyecto

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