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Solo usando semillas que mi Shiba Inu desentierra durante 10 horas

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El creador arranca la aventura explicando que pasará las próximas diez horas comiendo, sembrando y cocinando únicamente con las semillas que su Shiba Inu logre desenterrar en el jardín. Presenta al perro, muestra la zona de excavación y fija reglas sencillas: solo se usan semillas que el perro saque a la superficie; está prohibido traer comida del interior y cada hallazgo debe documentarse en cámara para que la audiencia vea la autenticidad del reto.

Con la primera luz de la mañana, el Shiba Inu comienza a olfatear la tierra y pronto emerge el primer lote de semillas: girasol, calabaza y algunas de hierbas silvestres. El creador limpia las semillas, hace un rápido análisis de su viabilidad y aprovecha para enseñar datos curiosos sobre su valor nutricional. Así se establecen dos frentes paralelos: mientras el perro sigue cavando, el dueño tuesta parte de las semillas para obtener el primer snack proteico y siembra el resto en macetas improvisadas para ilustrar cómo germinarán en los próximos días.

Cuando transcurren cuatro horas, el Shiba Inu mantiene el entusiasmo y desentierra una mezcla inesperada: garbanzos olvidados de temporadas pasadas, un puñado de maíz y un hueso que, aunque no cuenta para el reto, desata un momento de humor entre ambos. Se filma el proceso de separar tierra y piedras, lavar las semillas y clasificarlas por tamaño. El creador hierve los garbanzos en una pequeña cocina portátil y, con el maíz, intenta hacer palomitas; el resultado es modesto pero comestible, lo que demuestra la viabilidad de alimentarse casi exclusivamente de semillas si se cuenta con la ayuda canina adecuada.

En la recta final, tras más de ocho horas cavando, el perro descubre semillas de sandía y un puñado de quinoa que el dueño sospecha provienen de restos de comida compostada. Se muestra cómo tostar la quinoa en una sartén y mezclarla con las pipas de calabaza para crear una especie de granola sin azúcar añadida. Este “plato fuerte” cierra el apartado culinario y da paso a la reflexión sobre sostenibilidad, conexión con las mascotas y el placer de cultivar alimentos propios.

La jornada concluye con un resumen de todo lo recolectado, las calorías ingeridas y las semillas que quedaron plantadas para el futuro. El creador agradece a su Shiba Inu por el trabajo de excavación, anima a la audiencia a intentar retos similares para reducir desperdicios y termina con planos del perro descansando satisfecho, mientras el jardín, ahora lleno de hoyos, queda como testimonio visual de la experiencia de diez horas confiando únicamente en las semillas que un Shiba Inu logró desenterrar

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