Irlandés cuenta cómo fue rescatado después de caer en volcán donde Juliana murió en Indonesia

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El viajero irlandés relata que estaba ascendiendo el volcán cuando decidió apartarse unos metros del sendero principal para tomar fotos. El terreno, cubierto de cenizas sueltas y rocas resbaladizas, cedió bajo sus pies; se precipitó por una ladera empinada, rodando cerca de 20 metros hasta quedar atrapado en un saliente estrecho del cráter. El impacto inicial vino acompañado de fuertes dolores en el hombro y en una de las piernas, pero se dio cuenta de que, a pesar de los cortes y hematomas, no había fracturado huesos vitales. Sin señal telefónica, comenzó a gritar pidiendo ayuda mientras intentaba mantenerse inmóvil para no deslizarse aún más hacia el lago ácido del volcán.

Minutos después, otros turistas escucharon sus gritos y avisaron a los guías locales. El equipo de rescate del parque, entrenado precisamente a raíz del accidente mortal de la brasileña Juliana meses antes, fue activado. Los rescatistas tardaron casi dos horas en localizar visualmente al irlandés, ya que tuvieron que descender con cuerdas y anclajes improvisados en rocas inestables. Durante ese tiempo, cuenta que se mantuvo lúcido, respirando profundo para controlar la ansiedad y ahorrar energía, mientras observaba pequeñas piedras caer hacia el lago verdoso que se extendía abajo.

Cuando los dos primeros bomberos especialistas en altura llegaron, aseguraron un arnés al turista y comenzaron a izarlo en etapas. El rescate duró unos 40 minutos porque el grupo tenía que detenerse cada pocos metros para recolocar las cuerdas y garantizar que no hubiera nuevos desprendimientos. Según el irlandés, el recuerdo de la muerte de Juliana planeaba sobre todos; el equipo conversaba constantemente para comprobar puntos de anclaje seguros, precisamente para no repetir la tragedia. Ya en el borde del sendero principal, fue colocado en una camilla y llevado a un puesto médico improvisado, donde recibió curas, analgésicos y la evaluación de un enfermero antes de ser trasladado a un hospital regional.

En el hospital, las pruebas de imagen confirmaron una luxación en el hombro izquierdo, varias escoriaciones profundas y una leve hipotermia causada por la prolongada exposición al viento frío que sopla desde el interior del cráter. Tras 24 horas, fue dado de alta. Con la ropa aún rasgada, concedió una entrevista agradeciendo a los guías y rescatistas indonesios. Dijo que ahora comprende por qué las autoridades locales reforzaron las señales de advertencia después del fallecimiento de Juliana: “Pensé que estaba seguro porque llevaba buenas botas y me alejé solo unos pasos del sendero. Pero aquí cualquier resbalón puede convertirse en una caída fatal”.

Al concluir su testimonio, el irlandés aconseja a quienes planeen visitar el mismo volcán contratar guías autorizados, obedecer rigurosamente las rutas señalizadas y evitar detenerse para tomar fotos en áreas de grava suelta, sobre todo en las primeras horas de la mañana, cuando la niebla puede ocultar huecos y grietas. Afirma que pretende volver a Indonesia para agradecer personalmente a todos los involucrados en su rescate, pero que jamás repetirá la imprudencia: “Esta experiencia me demostró que, en el mismo lugar donde alguien perdió la vida, yo recibí una segunda oportunidad”

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